–Pero no daba para una tortilla así que se lo eché a los cocodrilos y ellos hicieron una barbacoa con él. Y después invitaron a los arrendajos y a los hipopótamos para que vinieran a comer, pero como esa yemita era de un pez espada se atoraron todos con las espinas del pescaíto y se fueron volando a buscar a una niñita bonita y buenita que los curara…